Persiguiendo a Silvia by Elísabet Benavent

Persiguiendo a Silvia by Elísabet Benavent

autor:Elísabet Benavent [Benavent, Elísabet]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2014-06-04T04:00:00+00:00


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CONOCIENDO A ÁLVARO

Dos años dan para muchas cosas. Y más dos años de una relación tan intensa como la nuestra. Álvaro no era una persona que adorara el romance, pero intenso era un rato. Hasta mirarlo me agotaba. Me convertía en una persona recelosa, avara y codiciosa. Álvaro me hacía más vulnerable aún.

Cuando he comentado que en Álvaro vivía una bestia que se alimentaba con sexo, no exageraba. Muy probablemente me quedé corta. Era como en uno de esos videojuegos que se me dan tan jodidamente mal. Mario Bros recoge moneditas y cuando llega a cien le dan una vida, o algo así, ¿no? Pues para Álvaro era el sexo lo que llenaba su contador vital.

Además era una herramienta, un arma, el objeto con el cual me castigaba y con el que me premiaba. El sexo siempre significó muchas cosas para nosotros según el momento. Podía querer decir que estaba enfadado, que estaba cansado, que estaba contento, que estaba enamorado, que no podía vivir sin mí o que quería algo. Sin darme cuenta me convertí en una total experta en discernir el significado de cada uno de los asaltos sexuales. Era como el traductor de Google pero en plan sexual. Sí, esa era yo.

Y así fue como, sin darnos cuenta, definimos nuestra relación. En la cama. Con el sexo.

Y sí, en dos años nos dio tiempo a mucho sexo. Mucho sexo convencional, muchas fantasías cumplidas, mucho de todo. Y fue una de las únicas herramientas que tuve a mano para conocer a Álvaro.

Cuando cumplimos cuatro meses juntos, en junio, Álvaro me pidió que me cogiera con él dos semanas de vacaciones. Y me lo pedía porque le habían ofrecido la posibilidad de prestarle una casita cerca de la playa durante las dos últimas semanas de aquel mes. Yo me volví loca de ilusión y hasta me atreví a decirle a mi madre que tenía novio y que iba a llevarme de viaje dos semanas. Mi madre no se emocionó, porque ella sigue teniendo en la cabeza eso de la chica decente que no pierde la honra, pero, hija, renovarse o morir. Así que sin más me pidió que le llamara regularmente.

Mis compañeros de trabajo ni siquiera se preguntaron por qué coincidían nuestras vacaciones durante la misma quincena. La verdad es que lo hicimos muy bien. Él dijo en una reunión de equipo que necesitaba tenerme trabajando casi todo el verano en un proyecto pesadísimo que acababa de aterrizar y que por eso yo disfrutaría de parte de mis vacaciones fuera del calendario previsto para estas.

—Yo también desapareceré esas semanas —dijo planchándose la corbata sobre el pecho—. Si voy a tener que supervisar todo eso sin que Garrido me provoque una angina de pecho, más me vale estar descansado.

Esa noche le castigué convenientemente por aquel comentario.

Cuando llegó el día de marcharnos yo no cabía en mí de emoción. Con la maleta en su coche, trabajé todo el viernes con ansiedad, pensando cómo sería estar dos semanas con él, poder disfrutarlo todo el día en estado relajado y dejar que nuestra relación se asentara.



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